Oct 15, 2007

El infierno es cualquier lugar bajo el cielo


Esa mañana me desperté gracias a los ladridos de Cuál. Cuando dormí contigo dormí con mil años acuestas. Soñé que eras distinta, que tenías ojos de azorazur, pero te llamé y tú ni siquiera te volviste a mirarme: tu espalda se vistió de negro rápidamente, te vestiste con una máscara monstruosa. Y me dijiste algo al oído (sobre sexo tal vez) y yo te pregunté que si eras una puta cualquiera. De inmediato caminaste hasta la puerta y me preguntaste algo, no sé qué me dijiste, pero tu mirada me maldijo como ninguna otra cosa en la vida, me dijiste algo y ahora sé que ese algo me comió por dentro. Éramos tú y yo. Tú, una mujer encantadora, con sangre en las venas, con amor. Y yo, también era yo, un monstruo de pies deformes que te azuza en las noches como un animal, como un sueño que te despierta y te llena de pánico, en el que acabas y te meas. ¡Dormir..., tal vez morir! Estaba sudoroso. Había soñado con perros devorando otros perros. Esperaba, miraba y esperaba. En aquel cuarto era no humano en mitad de la noche. Te rompía la piel. Te comía el corazón y tus voluptuosos costados. Y todo pasaba a flor de aire. Y así pasaba el mundo. En el principio todo estaba inmóvil. La ventana. La parada de autobuses. La mierda de gato en el tejado caliente. La calle. La inmundicia. En el principio la calma, estaba vacía la extensión del cielo, sólo estábamos el silencio y yo, a las seis de la mañana. Y no dormía. Esperaba el sol de amanecer y no dormía. Esperaba y miraba. Y cada noche veía caer la ciudad de sombras, rota en mil pedazos por mi deseo. Luego me sentaba en la cama y veía televisión hasta caer dormido... ¡tal vez morir!

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Inevitable el infierno
el hastío la desesperanza la muerte
camino desciendo a la tierra firme
abajo, muy abajo


cruzo la calle, el metro se hunde a lo lejos, va hacia la intersección de las vías. A mi lado una mujer de suéter gris me mira a los ojos y sigue. Está huyendo, pienso yo, se mueve a reloj pisa y pisa, sorteando la gente. Un hombre la sigue de cerca, se le mete entre los cabellos, quiere olerla, la mira de arriba abajo, olfatea su trasero achatado. Casi la abraza por la cintura, pero de repente ella se detiene y se quita el suéter. El primer perro pasa, el segundo perro pasa, se vuelve y la mira. La olfatea. Te gusta mostrarte, ¿no es así? Te excita ver a mil perros endemoniados jugarse la vida a las cartas, a la ruleta rusa, te gusta poseer sus almas. Eres una diosa de sandalias de bronce, una diosa de pies sucios, de estiércol. Si supieras el odio que siento al verte sonreír. Los miras llena de deseo. Puta, eres una putica de mierda. Finalmente, te vestiste de otra cosa distinta: ahora eres una maga que lo sabe todo. Voy a la distancia, te sigo brevemente mientras bajo a tomar el autobús. Ahora sé cómo miras al séquito de espantos que te sigue, con ojos de fuego, de azorazur. Eres una puta. Y yo, el diablo. Alguien condenado a no ser humano nunca. Pero basta de mí, soy nadie, no tengo nada, vivo soñando con dormir, exprimiendo los días, soñando con dormir contigo, con alguien que no sea esta habitación sombría, frente a la televisión vacía, a los horarios de nocturnidad, entre el sueño y la vigilia, sonriendo a la idiotez de quien cae y se levanta deprisa, a la turbulencia del amanecer lluvioso, soy nadie, a nada temo, sólo a la vida y a lo que soy. Inevitable este arte de no ser sino descenso, viaje a la tierra muerta, a la calle, a la pálida música de los coros de ciudad: con sus pitos y sus cornetas apocalípticas, con sus ángeles buenos y sus ángeles malos, estallando luminosos sobre la luz de amanecer, con sus ríos de gente mostrando al sol, a cada paso, a cada segundo, o bien sus dientes brocados o bien sus ojos llenos de envidia.

¿Adónde irás?

Cruzo la calle. La que va, ¿hacía adónde irá? Ojalá y no vuelvas nunca, o te partiré la cabeza contra la pared, contra el piso, eres solo una puta. Ah, y todavía te ríes, a lo lejos. Estás ahí sobre los hombros del hierro más abigarrado. Ahora, es él, solo él. Seguramente, ya le comiste el alma como me la comiste a mí hace mil años. ¿Cuándo en la vida desee yo estar así? Tengo sed, tanta sed.

En la parada
el autobús llegó tarde
giró en la redoma.
La ruta nunca cambia, nada cambia,
cincuenta años y sigue siendo la misma

Esta ciudad es como un enjambre de fantasmas que pasa rápido sin percatarse de nada ni de nadie. Llega tarde como una mujer hermosa: te mira, se sonríe, coquetea contigo y se va, se va como una diosa, vestida de azul y verde como la devoradora Empusa. Te sigo por el aire, soy el viento entre los árboles, soy mi abuelo, Adán Podasterra. Eres una diosa emplumada, si te miro me comerás los ojos y el alma. Eres demasiado lejos..., sueño con dormir contigo todos los días.

¿Adónde iremos esta noche? A ti sólo te gusta bailar, jugar a que nadie te toca, pero siempre serás mía, sobre la distancia, porque lo fuiste desde que éramos niños, desde nuestro primer beso, desde que dormimos juntos, eres como esta ciudad... Llena eres de gracia.

Cruzo la calle. Otra. Esta no tiene dirección. Camino desciendo a la tierra firme, siento que alguien me sigue (con toda probabilidad, estoy huyendo de algo o de alguien), es un niño de rostro endemoniado que me mira con ojos secos, con ojos de envidia, me pide dinero, me pide cien bolívares, con una risa en los labios cual si fuera una hiena que rebusca miserias entre la suciedad. Lo veo y sigo. Déme algo, señor. ¡Qué mierda con ustedes! Su olor a azufre me dio nauseas. Déme algo. Que te largues, te dije. Pobre mocoso, tonto, que se cree inmune al odio de la gente. Bastaría un arma, un golpe contra el suelo, un puntapié entre las piernas y ya no sería el mismo nunca más, moriría como la mierda que es. Y lo soñé. Aquel niño era un ángel bueno, pero malo. Alguien así no tiene lugar en ninguna parte, es escoria, no sigue a nadie, vive de las sobras de esta horrible ciudad. De pronto su rostro se tornó inhumano, me empujó y casi me caigo, no se caiga usted, porque quien se cae para atrás se cae para siempre. Vete a la mierda, carajito. Ojalá y te mueras, viejo mamagüevo.


Te atrapé. Déjame. Que me lástimas. Vete al convento, carajita. No fue nada, señor, no se preocupe. Quisiera decirles váyanse mucho al carajo, grandísimos pendemos, santitos, quijotes de pacotilla. Que no ven que es mi hermana, coño. Déjenla en paz. Eres una putica, sabías eso, una putica con todas sus letras p-u-t-i-c-a. Y yo, yo me voy a volver loco, seguramente. Qué te pasa. Cada día te soporto menos, me dice. Estás enfermo. En ese momento me sentí como un judío en un ferrocarril nazi, y Marine que no hacía sino echármelos encima como si en verdad me quisiera muerto. Era como si en vez de haberla gritado hubiera matado a seis millones de imbéciles. Un mes atrás me habría hecho matar ahí mismo mentándoles la madre a todos; sin embargo, en ese autobús yo no era nadie, Elías Podasterra, tal vez, un nombre que no significa nada. Estoy harta de ti y de que pongas tus manos encima de mí. En verdad da igual callar, mandarlos al carajo o, simplemente, romperles la cabeza a todos por sapos, por necios y vacíos; aunque de qué vale estar así, de nada vale gastarse en cosas de tan poca importancia, en tonterías, en esta maldita ciudad nada vale, nada cambia, aquí todo es otro día, otro día en este infierno cotidiano de aburridas brujas, de maricones, de putas de hojalata.

Yoel Villa- (03)
Conoce más sobre el bizarro mundo de Cascaralavieja en:
http://cascaralavieja.blogspot.com/

2 comments:

Mario Morenza I said...

Muy buen texto, señor Villa, dignos personajes de ese bizarro, siniestro, colorido, descolorido, amargo, gastronómico, soez, nostálgico y anárquico mundo de Cascaralavieja. A seguir produciendo, puej. Arriba los cascaralaviejeños!!!!!

Empous said...

Pues gracias... sr morenza, cascarón del bloque 4... y que tus palabras tengan el peso de los años... la literatura es cualquier cosa que nos haga imaginar algo más allá de la realidad... en el texto todo es feo y hermoso a la vez, todo es verdad y mentira... nada falta, sino otros textos con mejores textos de otros autores mejores... hasta la próxima... cerveza jaja